En estos días fuimos testigos de la desaparición de la emisión diaria de uno de los programas más reconocidos a nivel nacional. Chévere Nights estuvo durante 15 años siendo uno de los referentes de chistes políticos. Podíamos reír de la triste corrupción gubernamental que nos arropa. 

Resulta extraño cómo este programa, con su gran elenco y buena producción, haya dejado de ser rentable. Recordemos que “El despertador” con Marino Zapete tampoco era rentable, así como tampoco “Enfoque Matinal”, los cuales necesitaban ser acompañados de una bocina del gobierno para que supuestamente haya equilibrio

Comprobar que el programa dirigido por Milagros Germán haya sufrido censura del gobierno es muy difícil, ya que la Sra. Germán no tiene una actitud tan directa como Zapete, ni como Edith Febles. Cada quien tiene su estilo y eso es respetable. Tampoco Sergio Carlo va a echar leña al fuego por su gran amiga haciendo afirmaciones de esa índole. Es notable que en su programa “El Antinoti”, Sergio haya preferido omitir pronunciamientos respecto a ese caso. 

Bocinero a tus bocinas

Ahora bien, cuando yo estaba buscando información respecto a lo sucedido con Chévere Nights, me topé con este artículo, en el cual se hace una dura crítica hacia Milagros Germán y su fijación con los temas políticos. No es necesario, amigo lector, que usted lea por completo ese artículo. Pero en lo adelante voy a explicar unos puntos que los pronunciamientos de Humberto Salazar me han hecho reflexionar. 

Canadá es uno de los países con menor percepción de la corrupción de todo el mundo. Lo que significa que los canadieneses gozan de una enorme confianza ante la institucionalidad del Estado. Ese es un país donde impera la ley. Es donde sabemos que el político que se arriesgue a robar, cae preso. Así de simple y sencillo. 

Quien haya hablado con un canadiense se dará cuenta de lo siguiente: ellos muy raramente hablan de política. Para ellos ese es un tema aburrido que debe tocarse cada 4 años. ¿Para qué hablar de política cuando todo marcha bien? La gente de la hoja de arce pueden invertir su tiempo hablando de cosas más fructíferas para sus vidas. Pueden emprender un negocio, hacer nuevos estudios, viajar a otros países a visitar, probar una comida extranjera, etcétera. 

El canadiense común no conoce el nombre de los jueces de su corte suprema, ni de su gobernador, ni de sus legisladores. ¿Para qué tienen que molestarse en tales minucias? Estamos hablando de un país donde su mayor problema es el clima. En Canadá no hay Odebretch, ni PLD, ni PRD, ni PRM, ni Fenatrano, ni UASD, ni OISOE, ni CDEEE, ¡nada de eso! 

En Canadá todo está bien

Humberto hace una recomendación muy desafortunada a la señora Milagros Germán: le sugiere que no hable de política. Él usa la frase “zapatero a tus zapatos” para decir que como ella no es politóloga, no debe inmiscuirse en esos asuntos. Al movimiento de la Marcha Verde, él les llama “burros” y otras cosas más que no reproduciré por aquí. 

Todo el que se haga llamar “dominicano” está OBLIGADO a hablar de política. Porque a diferencia de Canadá, el cual es un país con instituciones maduras y confiables, RD es un tremendo desastre en todo el sentido de la palabra. 

Aquí no hay que ser politólogo para “quejarse” y “opinar” y convertir todas esas críticas en un deporte nacional. Es necesario quejarse contra el gobierno porque este va rumbo a 20 años en el poder y nadie puede mencionar al menos un sólo problema que hayan resuelto de manera definitiva. 

Y sigue siendo necesario

En necesario quejarse porque ninguno de los servicios públicos funcionan. El gobierno no es capaz de llevar agua potable a la población. Entendemos como potable aquella que puede ser consumida por el ser humano, tal y como pasa en Canadá. 

En necesario criticar porque el presidente pretende irrespetar una vez más la Constitución para reelegirse. En Canadá no es así, sus primeros ministros no pretenden perpetuarse hasta la saciedad. 

Es necesario que haya no un Chévere Nights, sino miles hasta que este pueblo despierte de su sueño y se levante a defender sus derechos. Que hayan miles Zapete, Febles, Nieves y Salazar… como Altagracia Salazar. 

Todo el que vive en esta media isla es zapatero del zapato de la corrupción endémica que el gobierno de turno ha llevado hasta el absurdo. No somos canadienses, no vivimos donde todo funciona de maravilla. Por tanto, debemos no sólo quejarnos, sino pasar a la acción para que esto mejore y deje de ser un país donde dé vergüenza vivir. 

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